Dejando estabas nubes a tu paso,

sabías volar y otras maravillas,

salió un hombre entre tus costillas

volaban aves entre tu regazo. 

Amaste las aves, también los brazos,

de aquel hombre que desde tu  semilla

primero avanzó puesto de rodillas

y luego sorteó sus  primeros pasos.

Y vino a ofrecerte  un  ave muerta,

para según él  darte una alegría,

mas no supo que, con el ave yerta

te golpeaba y dabate agonía

pues los amabas de forma tan cierta

que de amor por los dos tú te morías.

….

Josué R. Álvarez

En algún mes de 2012