Hay muchos (se escucha en las calles y se lee y se ve en las redes sociales) que quieren que la última escena del Mundial de fútbol masculino, Qatar 2022, sea la del astro argentino Lionel Messi levantando, por fin, el trofeo de selecciones más ansiado, pero, ¿por qué?
Es posible que a muchas personas les guste el futbol por las jugadas espectaculares que se hacen sobre el terreno de juego, a otros por el ambiente del estadio, a otros por los planteamientos tácticos, incluso habrá quienes gusten del fútbol por sus camisetas, y hay otros a los que les gusta el fútbol por sus narrativas, por las historias que suceden alrededor del popular deporte. Estas razones no tienen por qué ser excluyentes.
De hecho, la narrativa es un elemento esencial en el fútbol como en todos los deportes. Nos gustan las historias de los David que vencen a los Goliat, las historias con un golpe de timón impensado, el camino del héroe y hasta las grandes catástrofes.
Y el fútbol regala historias a granel: historias de superación, futbolistas farsantes, entrenadores excéntricos, locos del balón, aficionados únicos y un largo etcétera.
Lionel Messi ha seguido más o menos un camino del héroe. Recordemos que originalmente tenía una desventaja que en el deporte es clave: su estatura, pero lo superó saliendo de su país, de su barrio, y emprendiendo un camino muy duro. Se convirtió en uno de los mejores futbolistas de la historia, lo ganó todo con el FC Barcelona, pero siempre le faltó algo, el título más importante con la Selección Nacional de Argentina. Se puede decir que se halló magos y hasta antagonistas.
Es decir, muchos, incluso aquellos que no lo aprecian tanto, sienten que hace falta un último paso en su historia, el cierre, y por eso lo quieren ver levantando esa copa. Es lo mismo que nos pasa si dejamos un buen cuento, una buena novela, poema u obra de teatro a la mitad. (Bueno, hay algunos confundidos que llaman cuentos de final abierto a cuentos que no tienen final). Lo mismo si nos salimos del cine a en medio de la función o la canción que cantábamos se quedó a medias. Es más, es terriblemente frustrante que falte la última nota, nuestro cerebro busca sin cesar cerrar eso de alguna manera.
Yo no sé si Messi es el mejor del mundo o el mejor de todos los tiempos, y hasta diría que me importa poco, pero tal vez inconscientemente estoy más convencido de lo que creo, y por lo que sea, tal vez solo por la narrativa, quiero que Messi levante la Copa del Mundo.
Josué R. Álvarez
Lingüista
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