Hacia el espacio, de Marel Alfaro, la obra hondureña de ciencia ficción publicada en 2020, si bien no es la primera en su tipo, se adhiere a una tradición literaria bastante amplia, frondosa y muy bien recibida por lectores de todo el mundo y de todas las edades.
La adhesión a la ciencia ficción implica en el caso de Alfaro una proyección hacia el futuro que nos ubica en el espacio, que coquetea con la distopía, aunque una afortunada ambigüedad no permite dilucidarlo a la primera. Nos la cuenta a través de crónicas, no forzosamente con un hilo conductor, pero sí con una construcción que permite coherencia entre ellas, a través de la repetición y referencia de los personajes y de los hechos, la concatenación de los acontecimientos, la ubicación en el tiempo y las similitudes en el ambiente.
Probablemente, lo más valioso que nos recuerde Hacia el espacio, es que el futuro es absoluto, es decir, lleno de luces y de sombras. No lo dice, pero en la literatura basta con encender el fuego, el incendio crecerá por su propia cuenta.
Alfaro nos recoloca y nos quita la mirada futura de la tecnología (la más inocente de todas las miradas) y nos la pone en otros aspectos del futuro como el social, el ético, el político, el revolucionario, el biológico, el fantástico, el histórico, el económico, el familiar, el ecológico, el emocional, el psicológico, etcétera. Claro, por las dimensiones de la obra, no se profundiza en ellos, pero el incendio ya ha sido iniciado.

Cada uno de los aspectos antes mencionados se interrelacionan y esa trama termina por construir el mundo imaginado, que será acaso, una hipérbole del mundo que conocemos. La segregación para lo no humano es la misma segregación de nuestro mundo para aquellos humanos pero sin derecho; si se piensa con claridad, para nuestra versión de lo no humano. El Cerebro Universal, recuerda tanto a Meta o lo que sea que pretenda ser la empresa liderada por Zuckerberg. De hecho, muy seguramente usted, querido lector, esté leyendo estas palabras a través de esa metarrealidad que aún nos parece ficción.
En cuanto a la técnica utilizada, la falsa crónica se presta para dos cosas: la toma de nota de un mundo desconocido y también para que el relato de los hechos resulte casual. Le permite, digamos, mucha flexibilidad para contar un mundo tan grande y una poshistoria de la humanidad tan larga en un texto que no supera ni las 150 palabras.
Hacia el espacio es, después de todo, la historia de los outsider que se quedan en el planeta Tierra excluidos y buscan la manera de ir hacia el espacio porque tienen la necesidad de existir; la historia de los minos, que creo que no es casualidad que sea apócope de minorías, que también sienten la misma necesidad y defienden su vida asesinando, en lo que significa el inicio de una revolución.
Esta obra nos recuerda que el futuro, en este mundo y en los que sigan, pero en definitiva la historia de la humanidad, será producto de nuestras malas o buenas decisiones como sociedad, pero quizá sobre todo de las malas.
Josué R. Álvarez
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