Cuando pensamos en una novela sobre la burocracia, el primer clásico que se nos viene a la mente es El proceso», de Franz Kafka, pero posiblemente la historia que nos cuenta el célebre autor va mucho más allá. Tal vez nos está contando que la vida es la burocracia de las burocracias.
Alegoría de la vida
Así como el proceso llega de repente, sin pedirlo y ante una profunda sorpresa, de la misma manera llega la vida. Solo queda aceptar la incertidumbre a la que somos arrojados sin ningún motivo aparente. En este punto es necesario no perder de vista el existencialismo en Kafka. De hecho, una vez superada la primera impresión, el Josef K. toma con bastante naturalidad la acusación de la que es víctima, y poco a poco, se acostumbra a las personas, las situaciones y los lugares que lo rodean, por más absurdos e incómodos que sean. Lo mismo nos sucede en la vida. Nadie nos da una explicación, no hay certeza sobre el origen y, sobre todo, no sabemos quién está detrás de todo el circo. Podemos preguntarnos, entonces, ¿venimos a esta vida culpables de qué?
El proceso a ratos parece serio pero en otros momentos parece una triste comedia intencionalmente mal montada. Haga usted mismo la comparación.
En el señor K. apenas se muestra un interés amoroso, su vida profesional, aunque exitosa no parece demasiado relevante; todo es leve en él. Como posiblemente lo es todo en la vida. El juicio moral tampoco parece importarle demasiado a K. Es un personaje que vive con cierta angustia, pero no demasiada. Quizá se pueda hacer un paralelismo entre él y Mersault, de «El extranjero».
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O quizá la religión
No me parece en absoluto una casualidad que los juicios o las audiencias en la novela sean realizados el domingo, es decir, el día de descanso, importante en muchas religiones. Aquí es donde puede surgir la otra alegoría: la religión. Al principio K. es obligado a ir a las audiencias, luego lo hace o bien por miedo o bien por decisión propia, como en la religión. Y después de todo, ¿qué cosas se parecen tanto a un juicio como la religión? Y para casi todos, siempre queda la duda del que está detrás y no sabemos exactamente de lo que se nos acusa.
Si bien Kafka era judío y para ellos el día sagrado es el sábado, lo importante es la idea del día de descanso.
El fin
La historia llega a su fin con la muerte, no hay otra manera de terminar la vida. No importa que el juicio (o la vida) no hayan tenido ningún sentido o que hayan sido injustos, porque después de todo la vida ante la muerte es (casi) siempre un proyecto inconcluso.
Josué R. Álvarez
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