La tumba: el absurdo que no parece

José Agustín cuenta en «La tumba» las vivencias durante algunos meses del joven Gabriel, estudiante de preparatoria. Por las acciones de este personaje se descubre que pertenece a una familia acomodada, es rebelde (quizá una rebeldía propia de la edad) y, además, muestra mucha inteligencia, quizá esto le jugará luego en contra, porque posiblemente no hay nada peor que verlo TODO.

Gabriel tiene intereses literarios, tanto de lectura como de escritura. Pero no se muestra conforme con lo que escribe. Este elemento posiblemente funcione como símbolo de su actitud ante la vida. Gabriel no se llena con nada. Inicia su vida sexual de una manera vacía, no le dice mucho lo que ha vivido con una compañera que hizo con él lo que quiso. Tampoco el amor ni el desamor le dicen demasiado.

Los personajes que de alguna manera va aprendiendo a querer se van de su vida de manera repentina, y siente algún vacío, pero a la vez no, tal vez es el mismo vacío de siempre, solo un poco más grande. Y tampoco le importa demasiado, lo sufre, pero pronto lo deja de lado. Como el título de la novela lo indica, él está construyendo su propia tumba.

Pero la construcción de esa tumba emocional se va dando de a poco, en el silencio de los pequeños desencuentros con la vida y a vista y paciencia de las cosas hermosas. José Agustín utiliza como recurso narrativo una voz que hace ruidos nada más y que se apoderan del pensamiento de Gabriel ya al final de la historia.

«La tumba» es una novela que recuerda a «El extranjero», de Camus, hay en ella un profundo absurdismo, pero el lector no se da cuenta posiblemente hasta que lee las últimas tres páginas, porque se confunde con la indolencia que pueden llegar a tener los jóvenes ante la vida, si Gabriel no fuese un estudiante apenas y fuese un adulto, como los en el caso de la novela de Camus, se notaría muchísimo más.  Las alarmas sobre el final saltarían muy pronto.

El lenguaje jovial y fluido que utiliza, incluso la manera que nombra Gabriel a los personajes poco importantes hace pensar que se trata nada más de un adolescente confundido ante los nuevos desafíos que le presenta la vida y desafiante ante las estructuras de poder, como los docentes y los padres. Pero en realidad está hablando de la condición humana. De hecho, la rebeldía es lo más natural cuando el ser humano ha encontrado que nada tiene sentido.

«La tumba» es un excelente pretexto para discutir, pensar y analizar el sentido de la vida, la rebeldía joven y adulta, los constructos sociales que nos someten, el absurdo, lo que consideramos importante, el papel de la familia en la formación del pensamiento y la libertad.

Josué R. Álvarez