En El Dios de Víctor y otras herejía sucede algo curioso. Se hace referencia, constantemente, a la muerte, casi todos los personajes protagónicos de sus cuentos tienen este destino trágico, pero no se puede afirmar que sea uno de sus temas. En todo caso sería, los antecedentes de la muerte. El Dios de Víctor, El infierno de Juan, La ciudad que nos come por dentro, El jardín de Clementina, La muerte de Nicanor Martínez y Prisionero de la historia, son un triste y doloroso recorrido hacia el último suspiro.
Esos antecedentes, esos hechos que llevan a la muerte a los personajes son la pobreza, la guerra, el abandono. Es posiblemente el camino natural que deben seguir estos personajes a partir del punto donde se los conoce. Quizá el cuento que mejor retrata esos hechos es La ciudad que nos come por dentro. Porque esta ciudad intenta matarnos (pág. 97), dice Sara, la madre de Isaac, personificando los peligros a los que expone Comayagüela a sus habitantes. A los más pobres que son casi todos.
La fatalidad llega también en forma de cáncer y falta de dinero: —Doce mil lempiras —pensó. En sus cálculos apenas lograba cinco mil lempiras, con suerte seis mil, que Clementina usaría para pagar lo que pudiera del tratamiento, esperando quizás un milagro (pág. 106) o en forma de hipo, uno inexplicable que lo único que ha causado es morbo.
Los cuentos procuran moverse en el mismo universo, el universo triste y abandonado de Comayagüela, esa ciudad que intenta matarnos.
Hay otros elementos dignos de apreciar en los cuentos. El Dios de Víctor a pesar de que a mi juicio es el menos cuento de todos, tiene una estructura basada en los diez mandamientos. Estrada sacrifica la esencia del cuento, por una estructura, en la que cada mandamiento es un episodio de la vida de Víctor. Lo que hace que se elongue y se disperse la historia. Los diversos presidentes y acontecimientos históricos remarcan sutilmente las fronteras temporales. Reconozco que la progresión temporal está muy bien elaborada.
También hay una intertextualidad entre algunas historias. En ese sentido El Dios de Víctor y El infierno de Juan son cuentos emparentados por Juan y la guerra. El Jardín de Clementina y La ciudad que nos come por dentro tienen un pequeño detalle: Isaac vio al cielo azul, las nubes blancas a lo lejos con forma de elefante que casi podían tocar su papalote (pág. 94), y: En el cielo vio una nube grande con forma de elefante y Clementina lloró antes de quedarse dormida (pág. 106).
Hay unas intenciones referenciales. Como en la Biblia, Isaac tiene una madre llamada Sara y una Esposa llamada Rebeca. Lo mismo al llamar evangelizadora a Clementina o hacer referencia al colegio de Jesuitas donde estudia el relator del cuento de Nicanor.
Otro aspecto que resaltar, es que a medida que el libro avanza, se va cayendo poco a poco en un mundo mágico, y quizá menos crudo. Particularmente me reí mucho más en la segunda parte.
En definitiva, no se trata de un libro inocente ni mucho menos. Es un libro que encierra detrás de él unas intenciones, unas estructuras y unos riesgos de los que el autor es completamente consciente.
Josué R. Álvarez
Bibliografía
Estrada, Ó. (2015). El Dios de Víctor y otras herejías . Massachusetts : Casasola .

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