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Desde el punto de vista de la rentabilidad Súper Mario Bros (SMB)ha cumplido con creces sus expectativas. Aunque cierto sector de la crítica ha mostrado sus reservas sobre ella, la mayor parte del público se ha mostrado conforme.

SMB está lleno de referencias a los videojuegos: las melodías, los movimientos de los personajes y, lo más importante, la coherencia del mundo de la película con el que todos conocemos del plomero más famoso de la historia.  El guion se asemeja bastante a una estructura muy elemental de los videojuegos del tipo de SMB, que es quizá la causa de la crítica negativa al guion, puesto que es lineal. Como dijo un reconocido tiktoker, le han dado a la gente lo que quería, y eso está bien.

Sobre la polémica de que no es una película «progre» (basada por cierto en la falacia del hombre de paja), me parece que el personaje de Pech está bastante empoderado. No es una princesa pasiva, se desenvuelve con bastante soltura en su reino.  

Quizá la sorpresa más agradable es la aparición de un villano (o gran jefe) bastante carismático. Bowser es torpe, canta una canción sencilla pero memorable y simplemente está enamorado. Se nota, además, que tiene nula experiencia en asuntos del amor. Refleja tal vez aquella idea nociva de pretender que nos quieran solo por lo que ofrecemos, sin tomar en cuenta la subjetividad de la otra persona.

Pero hay en SMB un hecho más que interesante. Creo que se trata al fin y al cabo de no saber cuándo rendirse, frase a la que se hace referencia en dos ocasiones durante el desarrollo de la historia. Mario que no sabe cuándo ni cómo rendirse, logra por fin sus objetivos. Y, después de todo, es lo que sucede en los videojuegos. Cuántas veces hemos leído game over en una pantalla y hemos vuelto a comenzar. Eso una y otra vez. Posiblemente esa sea la lección más importante que desde sus inicios nos han dejado los videojuegos, que siempre se puede volver a comenzar y siempre habrá en el mañana una nueva oportunidad, aunque como en el videojuego hayamos muerto (metafóricamente).

Sobre este particular, hay una escena que lo relata bastante bien. Cuando Mario acaba de llegar al reino de Peach, no sabe muy bien cómo usar los poderes que le dan las cajitas, ni cómo saltar. Así es cuando acabamos de llegar al mundo de los videojuegos, y cualquier cosa en la vida en general.

Josué R. Álvarez

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