Almacenados, el largometraje de Jack Zagha, es una película que uno podría catalogar de lenta (en el buen sentido), pero que en realidad pasa muy rápido (también en el buen sentido). Analogía perfecta para el tema del cual trata.
La historia que se propone es muy simple. A la bodega B de la empresa Salvaleón llega un nuevo empleado, Nin. Es apenas el segundo, el primero, Lino, lleva 39 años trabajando allí y está a cinco días de jubilarse (los cinco días que uno puede ver en la película), justamente Nin llega para sustituirlo.

Pronto el espectador se entera de que el lugar está vacío y de que hay muy poco movimiento. Todo se desarrolla dentro de la bodega y la verdadera tensión la genera la incomodidad que le produce Nin a Lino. De hecho, hasta le incomoda su nombre, que juzga de extraño, o que al segundo día lleve una silla porque en el lugar solo hay una. No te cuento más para que vayás y la veás.
Es una película sobre la resignación, porque al trabajo se va a lo que se va. Lino representa a una generación que poco le importaba su realización personal, estaban más en la sintonía de la supervivencia. No es trascendente para él que haya pasado casi 40 años en el mismo lugar haciendo prácticamente nada, solo pasando el tiempo y recibiendo un sueldo que aparentemente nunca subió o subió muy poco. Además, le guarda una admiración y lealtad descomunal a su empresa y a su patrón. No la cuestiona, no la piensa siquiera. Imaginemos a un empleado de Pepsi que es incapaz de comprarse una Coca-Cola, aunque sea solo una vez y se muera de ganas por hacerlo.
Nin representa a una generación distinta, una que ve el trabajo no solamente como un medio para ganar dinero, sino como una forma de realizarse. Se hace preguntas sobre la bodega porque sabe que no es normal lo que le está pasando. A él también le molesta que Lino haya llevado esa vida, aunque posiblemente la situación lo orille a llevar la misma.
Esta producción es uno de los casos donde las antítesis funcionan muy bien, tanto a nivel de encuadres de cámara como a nivel dramático. Y en realidad, al final de la tarde, ambos están allí, almacenados, encerrados en la bodega dejando ir la vida entre sus manos, haciendo nada todos los días.
Es claro que hay un trabajo de exageración dramática de la situación, porque a nadie (al menos eso creo) le pagarán por hacer nada, pero sirve para representar los trabajos en los que las personas se sienten estancadas, sin salida, sin oportunidad de creer, ya no solo económicamente, sino como seres humanos que buscan realizarse. Debo aclarar que sin está metáfora la película funciona igual de bien.
Sí, las generaciones anteriores a las nuestras siempre nos han dicho, así es el trabajo y son personas que se han ganado el dinero de manera honrada y justa, pero ¿no será esa concepción la que terminó por dejarnos el mundo caótico en el que vivimos? A lo mejor sí o a lo mejor no.
Pero más nos vale ser felices en nuestros trabajos, porque si sacamos una calculadora y hacemos cuentas del tiempo que pasaremos no solo haciendo, sino que pensado nuestro trabajo es una vida entrera. La única que habremos tenido.
Chau.
Josué R. Álvarez