Ya desde el título Nery Alexis Gaitán propone en Dicha infinita una reflexión sobre el tiempo. Una de las particularidades que brotan de la reflexión sobre este, es su aparente infinitud. Pero en realidad, somos nosotros los finitos, los temporales víctimas de la eterno. No es difícil relacionar el tiempo con lo infinito, a pesar de las paradojas que resultan cuando se pronuncian con tanta proximidad estas palabras. Somos una pieza más dentro de ese entramado sin fin, sin embargo, lo único que sobrevive es la memoria. La dicha infinita que solo trae la memoria.
En Dicha infinita el tiempo está encarnado está en las cosas, e íntimamente ligado a la muerte. La sirena carcomida en Tienda de antigüedades, por ejemplo, es símbolo del paso del tiempo. Gaitán propone el tiempo acaso como el deterioro que lentamente nos conduce hasta el fin. No estaría el tiempo afuera, sino en las cosas. No es casual que el libro esté lleno de antigüedades y de acianos.
El pensamiento del escritor danlidense se delata desde el primer relato, que es a propósito el origen el tiempo. El pecado de Adán y Eva es propuesto como una liberación del tiempo, una pérdida de lo eterno. Un hombre eterno lo tiene sin cuidado la temporalidad, serviría nada más para ordenarse, pero claro, los valores que conocemos como mortales no serían los mismos que conoceríamos como eternos.
Parece que intencionalmente cercano a las páginas del origen del tiempo en el Paraíso de Adán y Eva, se narra el origen de la propia temporalidad: el nacimiento. De nuevo está encarnado, de nuevo a partir del crecimiento existe y se deteriora con los días, con los años. Es un acierto colocar seguido de un cuento sobre el inicio del tiempo propio, uno sobre el fin, o mejor dicho una cosecha del tiempo: la muerte. En ambos textos hay un paso de un estado a otro. En uno el paso de las horas comienza a afectar y en el otro deja de hacerlo. La cosecha del tiempo no es otra cosa que el fin de los días, es lo que el tiempo nos da. Aunque Gaitán propone al final del texto que la cosecha es la vida, se refiere a la otra vida, la que no tiene nada que ver con cronos: la eterna.
[…]el reloj nada puede hacerme…solo es arena en un marco de cristal (página 39) es quizá el reflejo del discurso que se propone en Dicha infinita, esa medida que solemos hacer de los minutos, las horas, los días, etcétera. No es más que eso, que el reloj vive su propio tiempo y uno vive el suyo, y así casa cosa, cada realidad, cada objeto vive su propia eternidad, cada quien vive en el borde de sus límites. El personaje principal considera que, para su reloj, su intervalo es la eternidad por corto que pueda parecer. Aunque en los últimos cuentos los relojes si afectan a los humanos, se entienden que tiene una dinámica distinta, más simbólica quizás.
La memoria y el tiempo tienen una relación obvia, la memoria es quizá la única arma natural y conocida para hacerle una lucha digna al paso de los años. Se puede ir de alguna manera al lugar. Aparece en en los brazos del tiempo y en primavera de los años en flor de nuevo la encarnación, se ha perdido la memoria y la sabiduría con la sabiduría, una especie de cosecha que se obtiene, pero que se nuevo está encarnada a ese tiempo personal de la afortunada colección de cuentos. En los dos cuentos citados en este párrafo se aboga por la juventud, el hombre buscará la juventud, la plenitud, cuando el tiempo no ha hecho estragos y no se encarnado lo suficiente. La sirena, por ejemplo, que fue un hecho pasado del capitán, la única que es capaz de traerla de nuevo a pesar de la ausencia es la memoria. Trata de trasladarla a la madera, pero es menos eficaz porque se carcome y se puede perder, bueno, casi siempre, porque los recuerdos también se carcomen.
No faltan en el texto los guiños por ejemplo a las ruedas y formas ovales, símbolo inconfundible del la movilidad del tiempo; el cuarzo, materia imperativa en los relojes; la arena, referencia romantizada del tiempo; la carcoma, muestra evidente del deterioro; por supuesto los relojes.
Implica también cambio, y el cambio, aunque sea deterioro es más interesante que lo estático ¿será que la eternidad tiene más de estático que de dinámico y por eso lo eterno parece llenar de hastío? El tiempo después de todo tiene que ver con la materia, que decae, que se deteriora y se transforma. Quizá el tiempo no es más que esa materia misma. Quizá está en nosotros y en las cosas.
Por Josué R. Álvarez