¿Te ha sucedido que querés contar lo que sucedió, pero no quién lo hizo? Pues bien, hay muchas maneras de hacerlo, pero la lengua ya trae incorporados algunos recursos.

Formas estándar

La lengua española tiene mecanismos naturales de despersonalización del verbo. De hecho, cuando se piensa en un verbo lo primero que vienen a la mente y lo primero que aparece en las gramáticas son sus formas no personales: infinitivo (cantar), gerundio (cantando) y participio (cantado). Son formas no personales porque no tienen en su morfología una marca de conjugación, es decir, no sabemos quién las dijo. A simple vista no se trata más que de acciones, estados o procesos sin una persona, un tiempo, un número ni un aspecto.

Existen también oraciones impersonales, estas se construyen a partir de la forma se y un verbo conjugado en tercera persona. «Se escribe con mayor libertad en la literatura», «Se está triste cuando no hay fútbol», «se cuentan historias de la llorona por ahí» y el clásico «se le quiere». En estas oraciones, aunque se da alguna información temporal y aspectual (no mucha), la persona se diluye, y quizá el número también. No hay sujeto en la oración, las historias de la llorona la pueden contar igual Juan que Pedro, igual los vecinos que los extranjeros. 

También es posible eludir al sujeto de la oración con las construcciones del verbo haber. Así, en las oraciones «Hay muchos invitados todavía» y «Hubo reclamos en el libro de quejas» no se identifica un sujeto sino complemente directos, ya que en este caso el verbo nada más marca la presencia en este caso de muchos invitados y la existencia de reclamos en el libro de quejas. Nótese como esta forma no se puede usar con un nombre propio «Hay Juan», siempre es necesario recurrir a formas no determinadas o colectividades «Hay algunos», «hay muchos». Pero además de estas formas naturales que ofrece la lengua, hay otras que los hablantes utilizan para ocultar al ejecutante de la acción.

No olvidemos que los indefinidos como «cualquiera», «algunos» y «otros», juegan un papel importante en estos sistemas y procesos de despersonalización, pero tal parece que no son suficientes.

Forma primera.

Además de estas formas canónicas de esconder gramática y hasta pragmáticamente al sujeto, en el habla oral hay otras formas. La pluralización es un recurso fácilmente identificable. Por ejemplo, en las estructuras «Dicen que no vendrá» hay una evidente despersonalización del verbo. La acción de decir es, en efecto, ejecutada gramaticalmente por una tercera persona plural, podría ser «Ellas dicen» o bien «Ellos dicen», pero no es ese el significado de la construcción.

El sujeto en este tipo de construcciones queda oculto y de alguna manera tácito en un sujeto «la gente» o «las personas», que es una manera de diluir y ocultar a la persona que ejecutó la acción en este caso «decir». En la colectividad es imposible encontrar al sujeto. Se puede ver con más claridad en la forma «Me contaron que ya no es el dueño de la empresa». Aquí el hablante lógicamente conoce al sujeto de su oración, en la estructura profunda de la oración por supuesto que hay un ejecutante, pero el verbo se despersonaliza para no delatarlo.

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Forma segunda

Hay otra forma de despersonalizar el verbo en el habla oral y quizá hasta en las formas escritas. Esta forma roza la primera persona y de alguna manera el interlocutor se involucra en la acción, pero intenta diluirla en una aparece colectividad. En la oración «Uno trabaja demasiado» o «Uno hace con su vida lo que desea» la conjugación es de la tercera persona singular, pero el valor que le da el pronombre indefinido «una», «uno» es hasta cierto punto despersonalizante. Es una especie «todos los demás y yo también». Si bien la Gramática de la Lengua Española lo propone como una forma de la primera persona, también es posible usarla para alejarse del punto de vista de la primera persona, sobre todo en oraciones como «Si uno viene de la calle tranquilo no quiere que nadie lo moleste», se refiere a sí mismo, pero también se refiere también a una masa indefinida y de alguna manera oculta, donde también se diluye esa primera persona. La forma condicional colabora a que también cobre ese sentido.

Conclusión

La pluralidad y la colectividad son conceptos gramaticales esenciales para los mecanismos de despersonalización del discurso.  El sujeto se puede esconder en todos los supuestos y posibles sujetos que ofrezca una forma gramatical.

Aparentemente las formas canónicas de despersonalización del discurso no son suficientes o lo suficientemente cómodas para todos los hablantes ya que se emplean otro tipo de recursos. O bien no tienen el sentido preciso que se requiere.

Hay razones pragmáticas de por medio para despersonalizar el discurso. No hay necesidad de ocultarlo gramaticalmente si la práctica no lo exige.

Josué R. Álvarez