Por Josué R. Álvarez
Primavera
Dos o tres flores en el campo nacen
de pálida fragancia no aparente
magros tallos, de flacos, transparentes
de pétalos que no los satisfacen.
.
No sé si los pájaros se desplacen
con su lóbrego canto permanente
hasta el mágico río no fluyente
o quizá mi memoria los remplace.
.
Y de aquel sol que ser claro solía
solo nos queda la opaca pintura
el recuerdo de cómo relucía,
.
en la primaveral y no futura
estación que no por filantropía
nos legaba del mundo su natura.

Verano
Somos pocos y buscamos la sombra
la humanidad se escurre entre las manos
sucumbe a los rayos del tirano
que nos ve, y contento no se asombra.
.
El agua no existe solo se nombra:
se escribe, se sueña, todo es en vano
son las playas del polvo una alfombra
quedan muy lejos los buenos veranos.
.
El calor sin dolencia nos consume
nos evaporamos o eso quisiera
deliramos y somos un cardumen.
.
Deliramos más, somos una higuera
una niña graciosa nos presume
la lágrima que lluvia pareciera.

Otoño
Quisieran caer al suelo las hojas
arrastradas, sí, por un viento fresco
que no guarde del ciclón parentesco
y marque sus venosas manchas rojas.
.
Quisieran los amantes sin congoja
visualizar el árbol no grotesco,
el claro de la luna sin el burlesco
paño gris que del brillo la despoja.
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Si lo hubiera, tan solo si lo hubiera,
el otoñal avisar del octubre
de la brisa teñida a su manera.
.
Pero quizá de apoco se descubre
que de nada nos sirve la madera,
si no está viva, y si no nos cubre.

Invierno
¿Cuál es el nombre de este huracán?
Anita, Belinda, César, Daniel.
De mil muertos más hablaron ayer,
de mil muertos más mañana hablarán.
.
Navego las calles vueltas en mar
que ahogan los suelo y ahogan la piel
también la siembra que no ha de crecer,
y nada se pudo, por ruego salvar.
.
Un tipo normal sentado pregunta
si no era la lluvia una canción
que nos odia y nos deja difunta
.
la fe, la esperanza y hasta el amor.
La niña sueña que el cielo despunta
en un anhelado rayo de sol.
