Cuando era niño,

y no tenía a quién decirle «feliz día papá»,

sentía vergüenza.

.

Cuando era adolescente,

y tuve que imaginarme los consejos,

sentí rabia

y quizás desconsuelo.

.

Cuando apenas comenzaba mi juventud,

y había entendido

que no era ni vergonzoso

ni motivo de rabia

ni debía faltarme por ello la consolación

de todas maneras, no lo aceptaba.

.

Ahora que estoy cerca de los treinta,

y entiendo que los papás fallan

y entiendo que los papás mueren

y entiendo que a veces son una estrella distante,

me queda solamente el vacío.

.

Supongo,

que con los años,

llegará la redención.

.

Josué R. Álvarez

19 de marzo de 2021