Avenida Coverfield 10, la película de 2016, nos cuenta la historia de una chica llamada Michelle que sufre un accidente y despierta en un búnker habitado por dos hombres: Howard y Emmet. Howard, el dueño del búnker, le dice que hubo un ataque (militar o extraterrestre) y que ese es el único lugar seguro. El otro, un joven como ella, solamente le afirma que él también vio el ataque.
Michelle no le cree, todo parece muy extraño, pero se convence cuando ve una mujer por una ventana, que parece estar sufriendo los efectos físicos y psicológicos del ataque.
Cuando Michelle parece acostumbrarse a su nueva vida, descubre indicios que le hacen pensar que ha sido engañada y que no se trata más que de un vulgar rapto. La película, va todo el tiempo de un lado hacia otro. Esa es, evidentemente, su intención narrativa. Y más allá de que los últimos 20 minutos sean bastante aburridos, a pesar de la acción, y de que el final parezca hecho nada más para mostrar que el personaje ha evolucionado, es justo decir que nada es abrupto en la historia.
Cada acontecimiento clave, tiene su antecedente, su indicio. Por ejemplo, la decisión de escapar de Michelle se corresponde con la historia de la cobardía de Emmet, que le impidió ir a la universidad. Y el aprovechamiento de la cortina de baño, tiene su antecedente en el «Deberías tomar una ducha, por cualquier cosa», que le dice Howard a Michelle después de que ella sube a reparar el filtro. Sin olvidar el primer plano a la camisa doblada de «Paris, Je t´ aime», clave para lo que viene luego.

Pero la bondad definitiva de la película es el tema que pone sobre el tapete: la ausencia de absolutos. En algunas ocasiones, el desarrollo de los acontecimientos nos lleva a pensar que Howard ha perdido la cordura, y que a eso obedece su encierro. Y sí, es probable que sí, que sea un paranoico y que crea en teorías de conspiración, pero que al fin y al cabo tiene la razón.
Y pensando más que en las intenciones o pensamientos de Howard, es probable que sí, cometió un crimen con la que decía que era su hija, pero sí encerró a Michelle con la intención de salvarle la vida. O quizá, encerrar a una chica en un apocalipsis tenga una doble intención. No lo sabemos.
También desde el punto de vista de Michelle se puede decir que no estaba equivocada, pero que tampoco tenía toda la razón. Así de incompletas son las valoraciones de estos personajes, como en la vida real, donde casi siempre tenemos la razón (o no) de manera parcial, pero que nos empeñamos en que sean siempre valores absolutos, olvidándonos de los matices y de los tramos.
Paradójicamente en Howard el que nos plantea la invasión como imposible de combatir e irreversible, cosa que queda contradicha en el final de la película. Las cosas que parecen tan terribles, quizá no lo sean tanto.
Josué R. Álvarez