Probablemente una de las cosas que más les gusta hacer a los estudiantes de periodismo, es ver películas de periodistas. Los piratas de Somalia (2017) propone escenas exóticas, ambiente tenso y hace volar la imaginación. Más de alguno habrá sentido una dulce revoltura en el estómago al verla. A continuación, se enumeran algunos hechos, a veces olvidados, que esta muy buena película nos recuerda.

  • El periodista no se hace en la universidad
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Sí, es un tema polémico, pero hay que ser honestos, la verdadera escuela para los periodistas está en la calle. Jay, a pesar de su inexperiencia y de su, prácticamente, nula formación se convierte en un gran periodista. Tiene lo esencial: una historia y ganas de contarla. La universidad da las bases y los principios, pero nunca ha dado al mundo un periodista formado, cosa que sí ha hecho el mundo que corre paralelo a las aulas.

Sin embargo, si te gusta el periodismo, estudia. Que mucho nos ha costado a los que los fundamentos los tendrás. Además, es una grata experiencia.

  • El periodismo es cosa de olfato
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Aunque parece que Jay llega a Somalia por casualidad, desesperación o por un vago trabajo de secundaria, la verdad es que tuvo el olfato de la historia. Y cualquiera puede pensar que bastaba con llegar al lugar, si al fin y al cabo un conflicto armado siempre es interesante. El gran qué del asunto es saber qué contar de Somalia.

  • Los periodistas cuentan historias
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Más allá de todas las funciones paralelas que tiene el periodismo, hay que recordar que esencialmente se trata de contar historias verdaderas al mundo. El periodismo sin historias profundas no es periodismo, lo demás posiblemente lo podrá hacer un robot en el futuro, pero transmitir a palabra viva el dolor y la injusticia de la que es víctima un pueblo, probablemente sea imposible para la tecnología. Parafraseando a Bécquer, mientras haya historias, habrá periodismo.  

  • El periodismo no es para cobardes
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Creo que esta es evidente. Hay que estar en el lugar. El periodismo se parece a la religión en que tiene mártires, porque en nombre de la verdad se ha derramado muchísima sangre. El adjetivo temerario no le cabe a un periodista. Jay tuvo el valor que nadie más tuvo, por eso contó lo que nadie más pudo contar.

  • Ninguna historia está completa sin las dos partes
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A Jay lo llevan para contar la historia desde un punto de vista, que no es necesariamente el que quieren escuchar en Occidente. Pero él logra contar las dos partes, el contraste, eso que es tan difícil conseguir por estos días. Eso que es lo que más se acerca al verdadero periodista. Es una historia que hace entender mejor a los señalados (a los piratas), eso es lo que consigue el contraste.

Josué R. Álvarez