Caligrafía de la sed (Armando Maldonado), aunque no está dividido formalmente de esa manera, puede segmentarse en seis partes. La primera parte bien podría tener un título que refiera lo sagrado y lo profano a la vez. Maldonado echa mano de una especie de lexicón bíblico, así como de la tradición judeocristiana para expresar su discurso poético: ángel, alaban, cruz, ortodoxos, Jordán, montaña, pan, luz, transustanciación, rezan, himno, etc. A la par de estos vocablos va hilando otros que son menos sagrados y más profanos: Mi vida escrita en los derrumbes y en los barrancos se hace un himno en la mano que empuja con ira mi alma hacia adelante, el rostro odiado (Maldonado, 2022, pág. 27). La vida escrita en los barrancos se opone a la idea sublime de altar, de monte, donde fueron entregadas las piedras escritas. La ironía queda construida.

En los siguientes poemas se siguen haciendo referencias a lo sagrado, pero más parece un recurso para volver a lo sagrado (como la religión) que una parte esencial del poema. Aunque hay que tener en cuenta que el relato bíblico propone más o menos cierta pureza en el inicio  y luego cierta profanación. Después de todo la caligrafía es un continuum, y la sed de lo sacro ha sido constante, así que no es extraño que el libro comience por el génesis: el germen que ha visto pasar los cometas (Maldonado, 2022, pág. 21), y termine con la catástrofe: Ha caído una roca estelar (Maldonado, 2022, pág. 78).

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La segunda parte, que comprende cuatro poemas —igual que la primera— remite a la migración, que aunque no deja de ser un tema recurrente en la tradición bíblica aquí está más enfocado en los hechos sociales. Aunque no es descartable que Maldonado haya pensado en el pueblo de Israel y su periplo para estos cuatro poemas. Es una visión ciertamente pesimista sobre el movimiento humano —¿hay manera de no serlo siendo hondureño? —. Ha referido a Damocles y creo que es un acierto, recorrer ese camino es llevar una espada en la cabeza.

Los siguientes siete poemas (desde Sonata para una mujer que se arrastra hasta Cajón de pañuelos) comprende la tercera parte. Son referencias a la familia: ¿Será mi madre? ¿Será mi hija? ¿Será mi hermana? La ciudad me ha atado de manos (Maldonado, 2022, pág. 37). También la poesía aquí se extiende por los pasillos domésticos y pasamos de los montes y los templos a un ambiente hogareño. Son los poemas de carácter más expresivo: Mamá es tibia y pequeña, su cabellera le hace recordar que las heridas siempre quedan abiertas en la memoria (Maldonado, 2022, pág. 43).

Luego los poemas de la página 51 a la 59 comprenden los amorosos. Es probable, que aquí se encuentren los puntos más bajos del poemario. No es un amor alegre, más bien triste y con cierta intranquilidad. Y la última parte está comprendida por poemas de carácter filosófico con aires mitológicos e históricos. Incluso se encarga de lo trivial. La paradoja de Teseo, Viaje de una moneda y Tiempo de té, son poemas que destacan en esta sección y creo que en todo el poemario. Son los más lúcidos y claros. Apuestan por lo trivial y lo pasajero de este mundo, sin llegar a hacer ningún postulado en específico: El centavo rejuvenece en el suelo, cada vez que se desliza por el concreto su cara vuelve a ser mineral sin facción, mudo en la hermosa profundidad de lo eterno (Maldonado, 2022, pág. 65). En Tiempo de té, el yo lírico conversa con Giacomo Leopardi y cierra: Supongamos que reímos, reímos como dos amigos vencidos por lo trivial de la eternidad (Maldonado, 2022, pág. 74).

En términos generales la última parte de Caligrafía de la sed tiene los poemas mejor aprovechados. Algunos de los primeros poemas parecen más encriptados de lo que deberían, lo que puede provocar una interpretación demasiado desapegada de su primera intención. Quizá sea producto de su estructura no en verso, sino en oraciones. En cambio, cuando se aterriza en los últimos versos todo parece más claro, más preciso, más ameno, más variado y con mucha más luz.

Josué R. Álvarez

Puedes escuchar al autor leyendo el poema que le da nombre al libro.

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