Los cuentos novelados son siempre un riesgo, porque son más o menos una contradicción. Los cuentos tienen necesariamente sentido en sí mismos, y no pueden estar supeditados a una estructura mayor. En este tipo de aventuras estilísticas, se suele sacrificar una estructura autónoma y autárquica por la colectividad de los textos.  Jorge Miralda, en su colección de cuentos XXI, corre este riesgo, y lo libra con relativa decencia.

Su estructura recuerda a películas como Amores perros, 21 gramos o Babel. Hay un cuento (el primero) cuyo acontecimiento es producto de acciones y decisiones de otros cuentos. La muerte de Marcos en pleno Parque Central de Tegucigalpa (cuento I) es producto del mensaje que le da René para salvarle la vida, (cuento IV). Los hombres que René cree sicarios, Samuel y Saúl, en realidad solo quieren llegar a Marcos porque no tienen dinero y lo confunden con alguien conocido (cuento VI). Y así las demás historias se van hilvanando unas con otras, debo decir que de manera bastante orgánica.

Miralda crea dos ecosistemas de este tipo (del cuento I al cuento VIII y del cuento IX al cuento XII), el  primero mucho más afortunado que el segundo. Hay en ellos un modelo casi didáctico: primero da datos generales del personaje protagonista, incluso añade datos históricos del año en el que nació, en algunos de los relatos da referencias al horóscopo, y los personajes usualmente se desplazan de un punto A a un punto B. Muchos de los cuentos, en realidad, solo tienen sentido como apéndice del principal, si se  piensa al cuento como una estructura. En cuanto a su género novelesco, llega a haber alguna trama que asoman una estructura así, pero no llega muy lejos.

En general, las historias están bien narradas, son agradables y no podrían tener una extensión mayor a la que tienen, porque correrían el riesgo de volverse tediosas. Son historias que aparentemente no están planteadas como historias de amor, pero realmente lo son. De amor fracasado, sobre todo. René, por ejemplo, descubre la infidelidad de Amalia con Javier, pero este no puede disfrutar la felicidad porque es atropellado. Marcos, a pesar de los buenos augurios del horóscopo tiene un triste final. El amor prohibido entre Fátima y Ramiro, finalmente no se da.

Miralda nos propone vidas con problemas más o menos cotidianos, elevados al grado de drama en beneficio del texto. XIII es un libro quizá no imprescindible, pero sí valioso. Eso sí, ningún cuento cabría en alguna antología ni será recordado demasiado tiempo, tal vez porque solo se pueden defender en el colectivo. En ese sentido, Miralda construyó un decente castillo de naipes.

Josué R. Álvarez