Solo hay dos personas capaces de hacer un cuchillo: un herrero y un poeta. José Adán Castelar en Poemas opus II, fabrica las realidades, como es propio de las palabras, a partir de las realidades cercanas y conexas (y no tan conexas) ad infinitum. No escatima ni en recursos ni en figuras literarias. De estas últimas, su poemario parece un manual. Estas, mis palabras, se quedan pobres y miserables frente a la magnitud de la obra, de la cual intenta dar al menos una referencia.
Cada poema (salvo uno) tiene como nombre un sustantivo común y su respectivo determinante. En la primera parte son instrumentos musicales, y en la segunda son diferentes sustantivos que pueden ir de un semáforo a la felicidad. La tercera parte está dedicada a los animales. Las maneras que tiene de presentarlas varían en sus formas. A veces los poemas tienen un espíritu antropocéntrico y se refieren a los objetos o animales en función de los humanos, ya sea de manera general o poniéndolo en una situación específica. Y en otras ocasiones es el objeto o animal en sí el que se nos muestra.
A continuación, enumero solamente algunas de las formas de construcción que se pueden disfrutar en el poemario.
Referencias personales

Un réquiem como una Oda, tombeaux, / tombeaux como Adagios matinales. También mi viejo amaba tu tormenta, tu armoniosa tormenta, como flautas unidas (pág. 6).
Tambor de mi niñez (pág. 11).
El ejemplo de la página 6 pertenece a El violonchelo que, además, goza de otros recursos. La referencia al padre aporta una pieza al rompecabezas, porque si hay un poema llamado como un instrumento musical, es casi seguro que querremos ver ese instrumento, y trataremos de descifrarlo. Las referencias personales —en un caso al padre y en otro a sí mismo de niño— recuerdan que los objetos están hechos a partir del hombre, y que si no, por lo menos forman parte de nuestras vidas.
Referencias culturales

[…] transitan solos y corales Wagner y Verdi (pág. 9). El violonchelo.
Imitar a Alfredo Kraus cerca / de la línea férrea, entre árboles pobres / y pájaros que se mataban entre sí / como rivales (pág. 20). El tenor.
Debe ser muy triste matar una canción (pág. 56), por no decir a un ruiseñor. El ruiseñor.
Castelar intenta, con las referencias, ubicar la realidad tratada en una dimensión histórico-social. Nos dice que van más allá de la experiencia personal con ellos. El ejemplo de la página 56 recuerda que aunque desconozcamos a los ruiseñores, ya Harper Lee se encargó de explotar su lirismo hace varios años.
Seres mitológicos

Como entre los hilos de Ariadna Joan Sebastian Bach (pág. 9). El arpa.
Trompeteo de soles / bélicos: ¡Anibal!, ¡Aquiles! Un sobreviviente detrás / de la seducción de las Nereidas (pág. 10). La trompeta.
Caronte. O huye, condena (pág. 24). El cuchillo.
El mar de Ulises y el mar del abuelo (pág. 35). El mar.
Como toda buena poesía se amamanta del mito. Quizá haya pocas mejores maneras de disparar un pensamiento en el lector. El mito está ya construido, está ya embellecido, basta con dejar caer unas palabras. Se dice mar y se dice Ulises, y el color, el olor, las sensaciones son otras en la lectura. Es tal vez menos pacífico y más aventurero, el mar.
Onomatopeyas

Rataplán con el tambor; PUM y PAM con la pistola; ja, ja, ja, con las hienas. Un sonido por aquí, un sonido por allá.
Campos semánticos

Rabia / de propietario. Desgarramiento / sin más (pág. 26). El perro.
Perros. Amos (pág. 26). El perro.
Gatillo, muerte, plomo, perfora, PUM, PAM, dedos, puntería, disparo, humo, carne, gravedad (La tierra llama: Cae un cuerpo), exterminio, odio, veneno. En el poema de La pistola.
Esta es probablemente una de las maneras más lógicas de construir un objeto lírico. La realidad tratada no está sola, tienen un contexto, unas realidades, unas interacciones. Al perro se lo piensa, pero se lo piensa con el amo, y aunque no tenga, se piensa en ese amo ausente, ese que fue, que será, que es o que pudo haber sido. Y tal vez pensemos en la rabia.
Campos conceptuales

[…] cuando severidad y ternura se mezclan / cuando nostalgia y memoria vuelan enlazadas […] Flama y ceniza, rabia y melancolía (pág. 8). El piano.
No el tigre sonoro de la canción de cuna, / no el tigre de papel patriarcal Salgari, no el / tigre de trapo vencido por Tarzán, no el tigre figurón / apodo deportista. No el tigre nocturno / de la piedra del Tigre, ídolo levantado por […] (pág. 53). El tigre.
Ja, ja, ja, ridículo más alucinación que terror, […] (pág. 55). La hiena.
En el ejemplo de la página 8 se habla de un piano, a través de los contrastes de sus teclas, a través del contraste o complementariedad que implica su ejecución armónica y melódica, a través del contraste de las palabras. Es un emparejamiento de relaciones: la severidad es la armonía, y la ternura la melodía.
El poema El cielo, por ejemplo,es una gran pregunta, porque posiblemente el cielo (físico y metafísico) nos da más preguntas que respuestas.
Acumulación de metáforas sin sentido alegórico

Maestro escolar. Jefe puntual. / Solitario Freud / de las avenidas / Garifo policía del aburrimiento. Cíclope colgado / de una rama triste. Constelación / del diesel. Guiño de remiso astro / fijo. Silencio enmascarado. Clown /tirano. Buster Keaton de las estaciones (pág. 33). El semáforo.
Baila, infancia. Gira / planeta. […] Flora rápida, infancia / clavada en un punto (pág. 32). El trompo.
Castelar en ocasiones acumula metáforas y forma, sin intención alegórica, una imagen.
La imagen

Había sido condenado a vivir / a cambio de trabajos forzados. Atado a la rueda (pág. 59). El buey.
Y a veces, solo nos muestra la imagen. Así, a secas.
Y otras formas

Opus II es tan rico que se vale de lo que podría llamarse una poesía narrativa, en algunas ocasiones, el poema va generando su discurso a la vez que nos deja ver una historia, un escena, una semblanza, como en El cuchillo. Para presentarnos el barítono, construye lo que bien podría ser una semblanza. En el poema El do de pecho, se muestra una escena, una corta y breve, pero precisa. Física y metafóricamente.
En el trueno, primero da la imagen su imagen: Rugido horizontal / como una fuga (pág. 28). Luego sucede toda la escena del trueno, lo violento que es expresado en unos tigres y, por último: Después, el silencio como una hartura, como el reposo del guerrero muerto (pág. 28).
Así como quedamos después de escucharlo. Es bueno remarcar que no se olvida de la crítica social, ni de los pobres, ni de las injusticias; deja caer esos pensamiento de manera sutil.
Opus II se trata de un gran poemario, quizás su nombre lo traiciona un poco, porque debo confesar que por esa razón había pospuesto su lectura. Hecho que lamento. Libro altamente recomendado.
Josué R. Álvarez