El mejor momento para hacer periodismo de investigación es el peor momento para hacerlo. Cuantas más historias se quieran mantener ocultas, más historias necesitan ser reveladas. Y aquí el verbo «necesitar» no es gratuito, es de verdad imperativo hacerlo, porque como explicó Sofía Menchú en el foro «Realidad del periodismo de investigación en el Triángulo Norte» organizado por Ceutec, este tipo de periodismo no resuelve vidas, pero pone temas sobre la mesa que pueden (y seguro lo harán) provocar reacciones.

Los temas en el contexto actual parecen no terminar: corrupción (con todas las aristas que tiene), dramas sociales, dramas personales, migración, pobreza, injusticia y desastres naturales. Y la pregunta es por qué a pesar de tanto tema se publica tan poco. La razón es simple, porque son historias incómodas contadas por periodistas incómodos.  

Aunque tanto Sofía Menchú (Guatemala), como Julia Gavarrete (El Salvador) y Lourdes Ramírez (Honduras) coinciden en que poco a poco algunos medios, sobre todo independientes se interesan en contar historias propias del periodismo de investigación.

Sí, sobre todos son los medios independentes los que sacan adelante una de las tareas más complejas, caras y desgastantes del periodismo. Explicó Julia que algunos medios de comunicación no están dispuestos a cubrir algunos temas porque sea codean con los grupos de poder.

En cuanto al caso específico de Honduras, aún está todo por hacer en términos de periodismo colaborativo y de investigación. Y Lourdes pone en manos de la universidades crear las oportunidades para un mejor periodismo, sobre todo porque «Honduras lo necesita». Pienso que la facilidad con la que se puede generar un espacio de divulgación en la actualidad provocará que haya cada vez más periodismo de investigación. Que se investigue ya no depender de que un medio quiero tocar un tema, sino de la voluntad de un periodista.

Quizá uno de los escollos más complejos en el país es la inseguridad de los comunicadores sociales, para lo que, según se explicó, es bueno organizar un plan de seguridad que pueda ser activado en el momento en el que la integridad sea amenazada.

Es curioso como los tiempos duros exigen los mejores periodistas. Así como los profetas que solo surgen en las peores crisis. Y no, no es que solo podamos ser buenos o existir en medio del caos, pero sí se nos da bastante bien. Quizá un periodista no sea quien cambie el mundo, pero es posible que sí sea el primero en contar la injusticia, el primero en encender la llama del cambio.

Josué Álvarez